Estudio Arte Heredia - Red de Profesores de Arte

Débora Blank es música y docente con una destacada trayectoria internacional. Se formó en la Academia Rubin de Jerusalén (Bachelor of Music) y en el Conservatorio Real de La Haya, Holanda (Akte Muziekonderwijs Diploma), además de integrar el Conjunto de Instrumentos Antiguos del Instituto Goëthe de Córdoba, donde interpretó viola da gamba, flautas dulces, guitarra y cromhornos.

Ha realizado estudios de Doctorado en Artes y Letras en la Universidad Nacional de Costa Rica y de Maestría en Musicoterapia en la Universidad de Vic e ISEP, ambos con tesis pendientes de finalización. También cuenta con certificaciones en Programación Neurolingüística (PNL) y cursos especializados en educación musical, neurobiología y creatividad aplicada a la música. Su interés por la relación entre arte y salud la ha llevado a presentar investigaciones en congresos latinoamericanos y a capacitarse en áreas de musicoterapia y edición audiovisual.

Con más de tres décadas de experiencia docente (desde 1987), Débora ha impartido clases en distintos países y ha fundado y dirigido proyectos de gran impacto: el Estudio Arte de Buenos Aires (Argentina) con 14 años de trayectoria; el Estudio Arte Heredia (Costa Rica), que tras la pandemia evolucionó en la Red Estudio Arte Heredia, con más de 16 años de historia y 6 años como red académica. En todos ellos ha ejercido como directora académica, formando también a profesores interesados en la aplicación de la PNL a la enseñanza musical.

Aunque ha participado como intérprete en escenarios y festivales —acompañando a cantantes folclóricos en Holanda y como integrante de un trío de guitarras de tango en Argentina—, su mayor fortaleza reside en la pedagogía. Su filosofía de enseñanza entiende la música no solo como disciplina artística, sino como un camino de desarrollo personal: fomenta la atención al detalle, la planificación y la constancia; impulsa la creatividad, la escucha activa y la resiliencia; cultiva la autoconfianza y el trabajo en equipo. Así, la práctica instrumental se convierte en una herramienta para afrontar desafíos de la vida cotidiana, integrando el crecimiento musical con el humano.